domingo, 6 de abril de 2008

HABILIDADES DE LA COMINICACION

La lengua es un valioso instrumento de comunicación y aprendizaje entre los seres humanos. Desde pequeños, en el ámbito de la familia y en el contacto social que los individuos desarrollan se inician saberes, la escuela también tiene su encargo social junto a los agentes de la comunidad y la familia y como objetivo del currículo siempre se halla propiciar el desarrollo lingüístico estructurado a lo largo de los años escolares, dotando al estudiantado de competencias, que los sitúan en diferentes niveles de desarrollo comunicativo, a partir de las macro-habilidades fundamentales de: hablar, escuchar, escribir y leer, entrenadas en los diferentes espacios comunicativos. Se particulariza en esta oportunidad, en la valiosa lectura oral, componente y técnica que empleará en el transcurso de toda la vida y que mediante las destrezas que alcance o no, dará muestras de la eficiencia comunicativa en los diferentes espacios en que haga uso de ella.
En las escuelas cubanas desde hace algunos años, con toda intencionalidad didáctica, se fomenta el enfoque comunicativo y desde diferentes niveles de la formación de los conceptos se potencian los componentes funcionales: la comprensión, el análisis y la construcción de textos de diversas naturalezas y estilos funcionales. Desde el punto de vista didáctico el profesor va jerarquizando en diferentes momentos uno y subordinando el resto indistintamente, en dependencia del objetivo que se esté desarrollando.
Este enfoque no solo es típico de las clases de Lengua sino que está presente en el actuar didáctico de todas las asignaturas, pues facilitan de forma integradora, el desarrollo de esas habilidades básicas para la adquisición de conocimiento de diferentes materias. No obstante, sí es contenido y medio en los momentos en que la lengua y la literatura se imparten, por lo que adentrarse en sus presupuestos teóricos y metodológicos debe constituir una meta profesional de todos los pedagogos en los diferentes grados y enseñanzas.
Cuando se prioriza el componente funcional de la comprensión, se profundiza en que se alcancen niveles superiores de lectura, entendiendo que leer es comprender, en la medida en que el receptor de un texto se convierta en lector u oyente, sea capaz de percibirlo fonológicamente y descubra el significado de las palabras y las relaciones que existen entre ellas, las redes y campos semánticos que se tejen y destejen, con el andar lector, devenido de la arquitectura textual con que lo ha construido el autor; y esto se logra a partir de la lectura. Es hacia ello, y en particular a la lectura oral, que se encauza este trabajo, pues es propósito reflexionar acerca de las posibilidades comunicativas que se alcanzan mediante el ejercicio de la lectura en alta voz.
Siempre que se realiza algo a los individuos los mueve un fin, un propósito, una aspiración, un objetivo. ¿Por qué enseñar? ¿Para qué aprenderlo? Son preguntas que muchos y muchas veces los docentes se formulan.
Carlos Álvarez de Zayas, en su libro Didáctica; La escuela en la vida, al referirse a los componentes del proceso docente-educativo considera como tales:
El aprendizaje, la enseñanza y la materia de estudio, sobre la cual trabajan los estudiantes y el profesor
No obstante, estudios más profundos lo llevaron a plantearse un componente esencial del proceso docente-educativo, considerado por él como el primero y relacionado con el objeto y objetivo. Es decir, el objeto es el portador del problema y el objetivo es la aspiración, lo que se pretende alcanzar en la formación de las nuevas y futuras generaciones:
El problema, este que se denomina encargo social y que consiste en preparar a los ciudadanos de esa sociedad (de su sociedad) tanto en sus pensamientos como sentimientos
Es por eso que más de una vez, han aparecido en entornos docentes interrogantes como:
1 ¿Realizan una correcta lectura oral los alumnos?
2 ¿Se les han ofrecido los instrumentos o las herramientas suficientes para una buena lectura oral?
3 ¿Cómo aspiran los profesores que lean los educandos?
4 ¿Se ha contribuido al desarrollo de habilidades lectoras?.
Enseñar es una manera excelente de aprender y los maestros en este ejercicio pedagógico tienen que ser ejemplo de disciplina y dedicación en el arte de leer en alta voz.
Para aprender, apreciar y comprender un texto, lo esencial es leer; pero si se quiere colocar de veras un libro en las manos de otros individuos que desean leer, el ejemplo personal, es indispensable y esto se puede lograr con una atractiva y buna técnica de la lectura oral.
Resulta cierto que la lectura es uno de los principales ejercicios en las escuelas; pero aún no es suficiente el tiempo que se le dedica a esta importante actividad y se activa más en las asignaturas relacionadas con la lengua y la literatura, pero se intensifica y estimula a sistematizar en todos los años y asignaturas, también se debe estimular de forma independiente y con la cooperación de la familia y tutores en el hogar, porque la lectura es un arte, y como tal tiene que ser enseñada a los demás. No hay nada insignificante o minúsculo en el gran asunto de la educación y la lectura en alta voz es uno de los elementos de la instrucción que durante toda la vida los individuos van a emplear y el utilizarlo bien les ofrecerá valiosas oportunidades y positivos resultados en los diversos escenarios.
Algunos muy buenos lectores, aquellos que leen con perfecta corrección, sin cometer cambios, adiciones, omisiones, con fluidez, en un tiempo moderado, preciso, casi conversacional y con la expresividad y entonación que el texto y el contexto en que se lee necesitan, es posible que lo hayan adquirido por herencia familiar o en la escuela. De cualquier manera los patrones a imitar deben existir, los buenos patrones están en escuelas, hogares, instituciones solo que hay que mantener la exigencia de tan digno acto en todo momento y circunstancia.
Cuando el niño aprende a leer, cuando ya puede hacerlo por sí solo, casi se ha formado una habilidad, que aún no está automatizada. Por tal razón, para que este logre alcanzar una lectura correcta, adecuada a su grado y edad, se debe propiciar el desarrollo del hábito de la lectura y en particular la lectura oral.
Leer bien un texto o una obra y representarla o dramatizarla, son cosas diferentes. El actor solo tendría que representar un papel; sin embargo, el lector los representa todos. “El actor es un solista que toca en una orquesta; el lector es toda la orquesta”.
El lector en alta voz, tendría que figurar cualquier edad, sexo, sentimiento y cambiar a cada momento de voz, de movimiento, de expresión y por supuesto, como la impresión que quiere lograr es de conjunto, debe dar a cada personaje todo su valor, la jerarquía que le corresponde, sin sacarlo de su categoría y contexto. En esencia, debe dar al que lo escucha un cuadro completo y acabado, que le permita adentrarse y comprender lo escuchado.
Por supuesto que es una tarea difícil enseñar a leer a otros, pero no es tan difícil si se le enseña cómo se lee. Es acertado pensar, que varios grupos de alumnos enseñados por maestros distintos adquirieron actitudes diferentes ante la lectura y su interpretación. Por eso, como aconsejara Camila Henríquez Ureña en: Invitación a la lectura:
Lo mejor es que el maestro se limite a sugerir caminos, modos y a dar a conocer al alumno los recursos literarios que emplean los diversos tipos de literatura y las técnicas que le permitieron acercarse a su interpretación; pero debe advertir siempre al alumno que al leer debe situarse como una personalidad, como un temperamento ante otro, y que nadie puede precisar de antemano el resultado de esa relación
El maestro tiene la misión de familiarizar o relacionar al alumno con las técnicas de la lectura según los diferentes tipos de textos. Mediante ellos, los alumnos aprenderán a ver la obra leída en función del mundo en que fue creada y podrán descubrir por sí mismos el sentido con que fue escrita por su autor. El maestro orientará al lector de manera tal, que le facilite o ayude a desarrollar su poder de reacción ante lo leído, y que este pueda crear sus propios mecanismos para leer y escudriñar críticamente lo leído, sin desesperarse y sin querer encontrar en el texto lo mismo que otros han hallado antes.
No se puede perder de vista la realidad y el contexto, en que fue escrita la obra, ni el sujeto que realiza la lectura, ni el autor que la creó. Por eso al desarrollar habilidades lectoras es importante y necesario tener en cuenta los conocimientos adquiridos por el lector y sobre todo, aquellos relacionados con el tema tratado en la lectura. No se debe olvidar que habilidad es el dominio de un conjunto de acciones psíquicas y prácticas que posibilitan la realización de una actividad partiendo de los conocimientos y hábitos que posee cada persona.
Es por ello, que la preparación para la lectura oral o en alta voz lejos de hacer perder tiempo a los alumnos, se lo hará ganar; porque esforzarse en leer bien una página es la manera más segura de comprenderla mejor y recordarla por más tiempo. Por eso es conveniente que en la escuela, la lectura que sea seleccionada, la lea primero el maestro y luego el alumno y que previamente haya sido leída por ambos en forma silenciosa o que se preparen previamente los buenos lectores como ejercicios modelos ante el alumnado o se parta de grabaciones que contengan música o vídeos, entre otras ideas creativas.
La parte técnica del arte de leer en voz alta se relaciona con la voz y la pronunciación, los sentidos y las palabras. La voz solo se emite, se ejecuta, por acción voluntaria; se habla cuando se desea hablar; se puede hacer en forma más o menos alta, más o menos rápida; se regula la voz como personal que es. Por consiguiente, la voz, es el principal instrumento del lector en alta voz y no se podría llegar a utilizar bien sin el concebido aprendizaje para ello. Por lo tanto, se puede aprender a leer, por ser la lectura susceptible de modificación, de cambios por la voluntad del lector.
Para llegar a ser un buen lector oral es indispensable conocer y emplear el tono bajo, medio y alto, cuando corresponda. Hay quien hasta ha perdido razones, por haber comenzado su defensa, a veces sin notarlo, en un tono muy alto. Igual sucede con la lectura. Ningún extremo es saludable; se requiere, por tanto, de una acertada combinación de tonos en el ejercicio de la voz y sobre todo el trabajo sistemático con ella. La práctica bien dosificada fortalece y estimula la voz débil, suaviza y colorea la dura y dulcifica la más áspera. La voz se tiene, no se crea; pero sí puede ser transformada, educada.
Sin embargo, para leer bien, se necesita respirar bien. Debemos facilitar el paso del aire por nuestros órganos respiratorios para que salga luego en forma de manantial mediante las cuerdas vocales. Hay que adquirir y almacenar aire (aspirar) y solo utilizar el necesario y en el momento preciso (espirar).
El buen lector aspira bastante y espira poco. El que no regula bien estas acciones, a cada instante se verá obligado a realizar aspiraciones ruidosas que entorpecen la lectura y molestan al que escucha. Por eso es recomendable una correcta postura al leer. En posición no adecuada se aspira mal y se espira peor.
Todo lo anterior se relaciona con la articulación y producción de los sonidos y las palabras. La adecuada articulación, proporciona energía, pasión por lo que se lee y puede llegar a sustituir cualquier flaqueza de la voz. El lector más admirable puede ver por un instante, débil, apagada o ronca su voz y una buena articulación puede salvarlo de situación.
Por eso es necesario que desde los primeros grados escolares se desempeñe un trabajo correctivo bien dirigido, se tracen estrategias que preparen al alumno para enfrentar mayores exigencias lectoras en relación, además, con la entonación y expresividad de lo leído. En la primera parte del proceso de la lectura, el alumno recibe las impresiones hasta el límite de sus capacidades de receptividad y comprensión, y en la segunda parte de este proceso es capaz de comparar, formarse juicios y hasta llegar a concretar una firme impresión acerca de lo leído.
No todos los alumnos llegarán a ser lectores críticos, profundos, que expresen sus descubrimientos o impresiones lectoras; pero sí se puede contribuir a la formación de lectores inteligentes, analíticos, que disfruten del arte de la lectura y del placer que significa la lectura oral. Muestra, de que con una adecuada lectura en alta voz, se puede lograr una buena comunicación con el auditorio y que además este pueda disfrutar y vibrar de emoción.
Si usted, estimado lector o profesional de la lectura, se ha estimulado a pensar y a reflexionar al respecto, las autoras se consideran un tanto satisfechas en la medida además que provoque tal efecto en sus círculos de amigos, en colectivos profesorales o en su alumnado y será un incondicional aliado en la búsqueda de vías y nuevos métodos para poner en práctica este tan antiquísimo ejercicio, con lo cual contribuirán a favorecer el desarrollo de buenos lectores en alta voz y en competentes hombres en el ejercicio de la lectura durante su vida.

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